Seguimos en la misma línea. En la misma onda. En el mismo
mar. En un mar de estrepitosas corrientes que hacen que no sigamos una
dirección. Cual Perla Negra buscando el tesoro, capitaneada por un Jack Sparrow
(Djucik) desconcertante y frustrado, del cual empiezan a dudar sus tripulantes
y el cual, la opción de tirarse del barco, ve, cada vez más cerca. ¿Podrá
Djukic cambiar esto?
Este mar nos desestabiliza a pesar de que queramos ver
tierra o salir a flote, qué más da. Lo que sí me da, es que este Valencia sigue intoxicado. Seguimos queriendo meterla
pero esta no entra. No rueda a pesar de ser redonda. Por cierto, ¿es redonda?
Por más que se intente de nada sirve. Todo ello hay que
añadirle la misma cara de los jugadores. Aparecen y desaparecen como estrellas
fugaces en una noche de San Lorenzo. ¿Se creerán estrellas? Hoy, ante un Elche
muy, pero que muy prudente y a la vez valiente, el equipo ha sido el mismo. ¿No
da la sensación el equipo de Apatía?
Un autentico golazo de Fidel de cabeza y en escorzo, al
más puro estilo Ibrahimovic, en el 57 del segundo tiempo, despertó al Valencia.
El Elche le daba chance a los chés dándoles el balón. No llego el empate hasta
el 72 donde, en un centro de Barragán que no prevé bien el central Suárez,
Bernat, que era el primer balón que tocaba, remata de zurda primero a placer a
las manos de pingball de Manu Herrera y por segunda vez, de nuevo con la zurda,
no falló. 1 a 1. Faltaban más de 15 minutos y podía pasar cualquier cosa.
Aunque como viene siendo ya una costumbre, este año los astros se han alineado
para que el Valencia regale los partidos. En el 83 llegó el segundo del Elche
ante una dudosa actuación de la zaga blanquinegra, donde Christian Herrera
ejecuta un balón en profundidad medido de su compañero Coro haciendo su primer
gol en primera y dejando al Valencia completamente bloqueado. ¿Le faltara
suerte a este Valencia?
Lo poco que puedo destacar y sobretodo remarcar es, la más
que marcada vulnerabilidad de este desconocido nuevo Valencia. Le damos
movimiento al balón pero sin sentido. Sin rumbo. Sin un timón. Y menos todavía,
sin un capitán. Banega sentado. Canales
y Fede de corto, intermitentes. Mathieu
adaptándose. Parejo como siempre, fútbol de salón pero con la misma sangre que
su entrenador, de horchata. R.Costa pasado de revoluciones nada más comenzar y
sin venir a cuento. Jonas sin suerte… ¿Jugadores comprometidos? En fin, un
auténtico drama a estas alturas de la temporada y con lo que se esperaba de
esta buena plantilla pero pobre equipo. ¿Equipo? Demasiadas incógnitas
transmite este Valencia. Espero que los que sepan la respuesta hablen. Pero que
hablen en el campo.