Única, grande, indestructible y
campeona donde las haya. Esa es Italia, y ante Inglaterra, lo volvió a
demostrar una vez más. Previamente once hombres hicieron su ritual llamamiento
a todos sus hermanos con el himno “L´inno di Mameli” que, de todas partes del
mundo, en ese mismo instante, los observaban impacientes para que empezara a
rodar el balón. Un cántico bélico digno de las mejores batallas que se apodera
de todo un estadio y de todo un país preparado para la mejor de las citas
deportivas. “Italia se prepara para la batalla”.
Dos goles perfectos. Dos obras de
arte fabricadas por cuatro jugadores imprescindibles para esta selección: primero
Pirlo y Marchisio, y después Cangreva y Balotelli. No solo ellos fueron
protagonistas, también tuvieron notoriedad el incombustible De Rossi, el muro
Chiellini y Sirigu, que sustituía al gran capitán Buffon y que tuvo una noche
pletórica.
La selección italiana empieza de
la mejor manera posible, dando una muy buena imagen y callando las críticas que
siempre la tacharon por su juego extra defensivo. El juego italiano posee algo más que eso. Capitaneados por Pirlo,
que cuanto más pasan los años mejor juega, el juego de la azzurra cobra otra
dimensión, más creativo y con más sentido. Arropando a este aparece la figura
de dos hombres, uno es Chiellini, que sigue liderando a la defensa italiana
como lo hizo en 2006 cuando se alzaron con su cuarto mundial y Mario Balotelli,
que cuando se viste de corto con su selección se transforma en un jugador más
peligroso y sobretodo más serio.
Italia no tiene nada que envidiar a las otras
selecciones y si ya era seria candidata, después del partido frente a
Inglaterra esa candidatura es más notoria. Me arriesgaría a decir que es la más peligrosa, la tapada de las grandes pero que siempre uno la debe tener en cuenta, sus cuatro mundiales bordados en su escudo no deben pasar desapercibidos, a Italia no se le juega, a Italia se le gana y en Brasil, harán todo lo posible por llevarse su quinta copa del mundo. Los azzurri tienen algo más que una cuenta pendiente con la canarinha.
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